Ansiedad y fobias sociales

Que es la ansiedad

Ya he compartido con vosotras/os que no grité a los cuatro vientos que tenía ansiedad, me centré en un grupo de amigas y familiares. Pues bien, fue mi hermana la mayor la con sus ganas de ayudar me regaló un libro que trataba sobre la ansiedad.

No recuerdo mucho de él (ya sabéis que mi capacidad lectora mermó mucho), pero hubo un truco que se me quedó grabado y que tuve que poner en práctica para vivir otro día con ansiedad. La recomendación venía a decir más o menos que no pensáramos mucho cuando nos despertáramos, no ‘remolonear’ en la cama si con ello alimentábamos los pensamientos obsesivos, lo mejor era lanzarse fuera y ponerse en marcha.

Reconozco que a mí me sirvió sólo para la etapa inicial de la ansiedad, donde la ansiedad y las fobias se amontonaban y no daba abasto. En la fase intermedia y final, sí que dediqué más tiempo a escuchar lo que mi mente me decía a través de los sueños. De hecho aprendo mucho de lo que me digo en mis sueños.

“Fue un mazazo! Había arrastrado mi anemia emocional sin pararme a pensar en el motivo que me había hecho cruzar la puerta de esa habitación llamada ansiedad. Sólo dejaba que se amontonaran los días, no estaba preparada para rebuscar en mi interior. Me levantaba arrastrando de mí, un día, otro… todos estaban vacíos, nublados… olían a rancio”.

En cuanto abría los ojos, mi mente se activaba y me empezaba a lanzar pensamientos obsesivos. A la angustia generada por mis neuronas exasperadas, le solía acompañar la culpabilidad por tener miedo.

-«¿Cómo te puedes sentir mal? ¡¡¡Deberías de estar bien!!!.

El siguiente paso era el caos por el conflicto:

-“Encima que estoy mal me siento culpable por estar mal, ni que lo hubiera decidido yo”.

-«¿Se podía empeorar la cosa?» – Sí, yo añadía a mi coctelera cerebral la ansiedad y las fobias. Cada paso en la rutina de ir a trabajar iba acompañado de una fobia especifica o miedo a algo: lavar dientes – fobia a atragantarme, ducharme – fobia a caerme. Fobia social por ir a bares, por ir de fiesta, por iniciar una conversación… hasta a veces me daban fobia a ir a un lavabo si estaba en un bar.

Por eso necesitaba la pastilla para la ansiedad, porque no podía enfrentarme a más de 12 horas de ansiedad y fobias, me la ponía en la boca y cerraba la puerta para aventurarme en mi vida.

Según os lo voy contando no entiendo como no fui capaz de ver todo lo que mi cuerpo me estaba gritando. Está claro que yo necesitaba mi tiempo para mirarme dentro.

Tuve suerte y encontré como curar la ansiedad. Por eso sé que uno de los primeros ejercicios que hice para soltar tanta fobia al levantarme, era planificando pequeñas tareas que me gustaran y me sirvieran para sacarme de la rutina del día a día.

Lo divertido es jugar (como hacen los niños) y empezar a utilizar la parte de nuestra mente que lleva la riendas de lo positivo, ya sabéis, los pensamientos positivos y las endorfinas.

Cada uno tenemos gustos distintos, empieza a trabajar los tuyos. Mis fobias se empezaron a arrinconar cuando empecé a llenar mi agenda de noticias alegres y amenas, paseos por el parque, unas onzas de chocolate, tumbarme en el sillón…

Es necesario ejercitar la mente, las endorfinas, haciéndolas trabajar para que se acostumbren de nuevo a mirar hacia la parte divertida de la vida. Da igual lo que te guste, la cuestión es empezar a pensar de otra manera.

Cada vez que abras los ojos por la mañana busca algo agradable, déjate llevar por algo que puedas hacer a lo largo de ese día y que te guste. Si practicas todas las mañanas, te habituarás y acabarás haciéndolo sin tener que pensar en hacerlo, será parte de ti. Por fin, los pensamientos positivos de tu cerebro se habrán despiertado

Moraleja:
Frase tomada de ‘www.galicias.com’: “»Donde hay un sueño, hay un camino» (proverbio africano)”

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