Ansiedad y ataques de panico

Ansiedad y ataques de panico tratamientos

Que es la ansiedad

Las primeras ausencias del trabajo las enmascaré con gripe, tortícolis, gastroenteritis, no quería que nadie supiera que vivía con ansiedad y ataques de panico.

Sentía que mi entorno laboral era muy competitivo y que no podía bajar la guardia, nadie debía de saber que estaba tocada por un trastorno emocional. Me hubieran puesto en el tablón de anuncios, al lado de la máquina del café. Así que hice, lo que creía que era mejor:¿Qué hice?

Capítulo 3. Yo tengo ansiedad
Se lo conté a mis amigas y no hice alarde de ninguna ostentación emocional ante compañeros que yo veía como rivales. Me movía con mucha cautela, nadie debía saber que estaba tocada con ansiedad. No hubiera soportado las miradas de condescendencia, sólo estaba preparada para afrontar las de mi familia y amigas más allegadas – «Porque las miradas lastimeras existían, vaya si las existían!!».

Que mal me sentí aquel día, era el segundo de mis ataques de pánico. Ya no era algo puntual:

Aquella mañana me preparé como todas para una reunión, no era de las duras, íbamos a presentar información al cliente, no a vender nada. Recuerdo estar en la garita de control, en el acceso, entonces empecé a sentir miedo, agobio, las manos frías, el estómago revuelto, miraba a los lados… estaba desconcertada!

De nuevo esa maldita sensación que hacía que me pusiera en estado de alerta, pero -«¿Ante qué o quién tenía que estar en guardia?» . Mi mente intentaba racionalizar la situación.

– “Estoy bien, tengo todo controlado”.

Cuanto más repasaba lo que me rodeaba para intentar encontrar el motivo de mi crisis de ansiedad, más me agobiaba porque no lo hallaba.

-“Aaaghhh, me voy fuera… ME VOY FUERA!!!”. . -Estaba viviendo un ataque de pánico con agorafobia

Cogí el teléfono y avisé a una compañera de que me encontraba mal y que me iba. Salí corriendo.

La compañía telefónica agradecerá mis ataques de pánico, porque la cadena de respuestas que tenía eran en primer lugar salir de patas (huir lejos) y a continuación llamar a quien fuera, si conseguía que ese alguien descolgara el teléfono, me daría conversación y dejaría de pensar y de sentir aquel miedo irracional aquella maldita ansiedad.

Menos mal que ya pasó, que estoy mejor. Recuerdo, que mientras encaminaba mis pasos hacia casa debía de mantener la conversación con alguien, eso me relajaba y me distraía del ataque de pánico. El taxi no tardó en llegar a mi dulce hogar y en cuanto metí la llave en la ranura me sentí más aliviada.

El comentario jocoso es mantener el móvil siempre con batería para poder lanzar una llamada de emergencia en cualquier momento, bueno eso, y conseguir una buena tarifa con la compañía de telefonía móvil ;).

Sacar un aprendizaje de un ataque de panico es muy difícil.

Desde luego yo en aquellos días no estaba preparada para afrontar análisis de causa/efecto. Me dejaba engañar por mí misma, pensaba que eran estados puntuales y una vez pasados sólo tenía que olvidarlos. Creía que con ignorar la realidad de la ansiedad y sentirme acompañada era suficiente.

Moraleja:
Frase tomada de ‘www.galicias.com’: “¿Qué sentido tiene correr cuando estamos en la carretera equivocada? Proverbio alemán.”

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Recuerda que… sí se puede salir de la ansiedad

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