¿Qué es la anquiloglosia?

Frenectomia anquiloglosia

Hace unos días, Estefanía Unzu, más conocida en redes sociales como Verdeliss, comunicaba que su octava hija, que nació el pasado mes de febrero, padece anquiloglosia. La influencer ha comentado que todo comenzó con un post mencionando los cólicos de la pequeña y entre cientos de mensajes, el de una matrona que alertaba de esta posibilidad.

Según la Asociación Española de Pediatría entre el 1,7 y el 4,8% de los niños padece esta alteración, pero qué es la anquiloglosia, cómo y quién puede detectarla y cómo se soluciona.

En la anquiloglosia, que significa ‘lengua atada o anclada’, el frenillo lingual, la banda que une la parte inferior de la lengua a la base de la boca, es demasiado corto, lo que hace que la parte de debajo de la lengua esté pegada al suelo de la boca. Nos lo explica Claribel López, técnico superior en Educación infantil, logopeda y especialista en daño neurológico, terapia orofacial y miofuncional neonatal, infantil y adultos:

“La anquiloglosia es un tipo de frenillo lingual restrictivo, el más restrictivo que existe, porque impide que se lleven a cabo las funciones orofaciales propias de la lengua. En bebés es más alarmante porque impide la función principal, el amamantamiento, ya sea del pecho materno o de una lactancia diferida, como puede ser a través del biberón”.

Detección de la anquiloglosia

Como siempre que existe una alteración o trastorno que pueda comprometer nuestra salud, nuestro bienestar o nuestros patrones funcionales es fundamental la detección. En el caso de la anquiloglosia pueden hacerlo varios profesionales.

Los primeros, los pediatras, pero, alerta Claribel López, “están muy poco formados en este campo. Muchas mamás acuden a consulta de pediatría porque tienen dolor en el pecho a la hora de amamantar y el pediatra les dice que cambien la postura, que se acostumbren, que el bebé necesita su tiempo cuando no es así. Realmente hay que valorar si ese frenillo está siendo restrictivo o no, si ese dolor en el pecho de la mamá viene por el propio pecho o por la manera en la que el bebé está amamantándose”.

Otros profesionales que también participan en la detección de este frenillo corto son los odontopediatras y los otorrinolaringólogos, que pueden detectarlo y operarlo.

Síntomas de la anquiloglosia

El síntoma más común de una anquiloglosia es la dificultad para levantar la lengua, lo que puede causar múltiples problemas, desde interferir en la lactancia materna -pueden aparecer dolor en el pecho, heridas en el pezón y baja producción de leche y en los bebés, dificultades de succión y tomas largas, pero con poca ganancia o pérdida de peso-, la respiración y el sueño a hacerlo en la higiene bucal, en la forma de comer, de tragar e, incluso, de hablar del menor.

“Lo que solemos ver en los bebés es que mantienen la boca abierta y una posición lingual baja. Son bebés que tienden a respirar por la boca: esa posición de lengua baja hace que la mandíbula descienda y se instaure una respiración oral en lugar de una respiración nasal. Otro síntoma es que hay ronquido nocturno y el babeo también es importante. Al dormir con la boca abierta no hay una deglución de la saliva y hay mucho escape. En anquiloglosias más graves, que se han dejado transcurrir a lo largo del tiempo, ese babeo se puede trasladar al día”, explica la experta.

Una de las consecuencias más perjudiciales de la anquiloglosia, sobre todo en la etapa de los bebés, tiene que ver con el sueño. Al respirar por la boca no hay una buena oxigenación y como consecuencia el sueño está alterado: son sueños irregulares, tienen muchas pesadillas y aunque pasen muchas horas durmiendo se despiertan y están cansados. Son bebés muy irritables, que, además, pueden llegar a tener dolor de tripa y cólicos.

“Es importante la intervención y la colaboración con los fisioterapeutas, porque que un frenillo esté anclado genera también alteraciones en la posición cervical”, recuerda Claribel López.

Hay muchos casos de anquiloglosias que han pasado desapercibidas y se detectan alrededor de los 6 meses cuando el bebé comienza con la alimentación complementaria.

“Las familias quieren introducirlos sólidos y se encuentran con un problema: el bebé los rechaza, hay llanto y los escupe todo el rato. El bebé se está defendiendo porque no puede manejar ese alimento sólido. Al no tener una movilidad lingual, ni de lateralización ni de ascenso y descenso, no puede hacer un bolo alimenticio bien formado, así que escupe el alimento porque si no,podría atragantarse”, nos cuenta Claribel López.

Y añade:“Fíjate, ya llevan seis meses de vida sufriendo tanto con la lactancia materna o la lactancia con biberón, haciendo una respiración inadecuada, manteniendo una posición lingual mala, haciendo que toda la musculatura orofacial y el desarrollo craneofacial se vea alterado por una simple anquiloglosia. Es decir, la afectación es muy grande. Es un frenillo muy cortito, es una estructura muy pequeña, que puede hacer mucho daño al resto de las estructuras”.

Frenectomía y el papel de la logopeda

La forma más habitual de intervenir la anquiloglosia se denomina frenectomía ofrenotomía y es una cirugía menor sin riesgo que elimina el frenillo.

Aunque también hay logopedas asesoras de lactancia que en un primer momento podrían detectar la existencia de una anquiloglosia, su participación en el proceso de rehabilitación es clave una vez se ha operado el frenillo.

“Lo que hacemos es valorar y evaluar las funciones orofaciales y la anatomía orofacial, es decir, ese frenillo corto ha podido alterar la manera en la que el bebé se amamantaba, como había una dificultad de succión el bebé la ha compensado por supervivencia y esas compensaciones hay que retirarlas y reinstaurar unos patrones adecuados de succión, de deglución y de respiración”, afirma Claribel López.

Cuando la anquiloglosia se ha mantenido durante un tiempo y se corta el frenillo las estructuras no vuelven a su posición original y no retoman una adecuada posición y fuerza muscular, sino que hay que trabajarlas.

“Hay bebés que han mantenido la boca abierta durante mucho tiempo y eso ha provocado, por ejemplo, que en el músculo masetero, el encargado de abrir y cerrar la mandíbula, se genere una hipotonía, es decir, que no hay una fuerza muscular. Hay que trabajar esa fuerza muscular para que la mandíbula cierre, se consiga un sellado mandibular, un sellado labial, y, por tanto, se instaure una respiración nasal”, explica la experta.

En este es clave trabajar los labios, que también pueden estar hipotónicose, incluso, acortados y, por supuesto,la rehabilitación sobre la lengua, tanto en movilidad como la propia cicatriz generada por la operación.

“Hay diferentes intervenciones y en los frenillos característicos de anquiloglosia se genera una cicatriz en forma de rombo. Hay que enseñar a las familias cómo movilizar esa cicatriz para que no se genere una adherencia y trabajar la movilidad lingual”, nos explica.

Si la anquiloglosia y posterior intervención tienen lugar cuando el menor ha comenzado con la alimentación complementaria, la rehabilitación de la logopeda vuelve a incidir en las estructuras y anatomía orofaciales, pero también en la función de alimentación: enseñar al pequeño a masticar, a que pueda manejar el alimento y a que pueda formar el bolo.

Aunque ya no sería una anquiloglosia como tal, hay casos de niños con un frenillo restrictivoque han ido generando con el tiempo estrategias para comer, para respirar, etc. Esto ha hecho que ese frenillo restrictivo no se haya detectado hasta que el menor comienza a hablar.

“Cuando llega el momento del desarrollo del lenguaje vemos que tienen muchas dificultades en los fonemas que requieren ese ascenso lingual, en la l, la d, la n, las r… Ahí la intervención de la logopeda iría a todo lo anterior, trabajo de estructura, anatomía orofacial, intervención en la deglución, si es necesario, e intervención en la articulación del lenguaje. En este caso no suelen ser rehabilitaciones largas porque una vez que se retira la alteración anatómica se van instaurando todos los patrones adecuados y se mantienen en el tiempo”, finaliza.


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