Siento ansiedad

Diario de ansiedad es una hoja arrugada demostrando que es difícil escribir lo que uno siente

Siento ansiedad

En este segundo capítulo os voy a contar cómo he sentido la ansiedad.

Durante este y lo próximos capítulos voy a intentar seguir un patrón de dos instantáneas. Serán las dos caras, lo malo y lo bueno ambas asentadas sobre una base que es el aprendizaje o la moraleja de vivir con ansiedad, porque aunque te pueda resultar chocante esto que te voy a decir, todo lo que nos pasa en esta vida nos sirve para aprender, todo es una experiencia y de todo se aprende, todo!

Capítulo 2. Yo tengo ansiedad

Cada vez que me ha venido una crisis la ansiedad, como si fuera una urticaria, todo mi cuerpo se preocupaba en exteriorizarlo: estómago revuelto, palpitaciones, sudor frío, ganas de ir al baño, ganas de salir corriendo de donde estuviera, ganas de que aquello acabara.

Daba igual si estaba conduciendo o si estaba en el trabajo o de camino a la guardería o en el mercado, os puedo garantizar que hubo una época en la que tenía que hacer verdaderos malabares para encontrar momentos de tranquilidad a lo largo del día, porque con cualquier cosa que hacía, pensaba o sentía acababa teniendo la maldita ansiedad.

En mi caso la ansiedad se representaba como sensación de ahogo y miedo a los espacios abiertos y ataques de pánico.

¿Sabéis lo que se siente cuando tienes ansiedad?. Mi memoria no guarda ningún recuerdo agradable de aquellos días, sólo pánico y ansiedad. La única sensación más reconfortante me venía cuando por fin conseguía tomar aire, llenando mis pulmones por completo. Esa era la señal de que la crisis de ansiedad estaba tocando a su fin. A partir de ese punto cada respiración se hacía más tranquila eso sí, con la neurona activada y en alerta esperandoel siguiente ataque de panico.

Os cuento el círculo vicioso que me montaba en mi cabeza. De pronto sentía miedo por algo (por ejemplo pensaba que no podía respirar bien o que algo malo me iba a pasar), mi mente me decía que me creyera los pensamientos negativos que me lanzaba (te vas a ahogar… algo terrible te va a pasar…), entonces buscaba una explicación o intentaba cambiar los pensamientos negativos pero como no lo conseguía ¡zas! El miedo se desbordaba y entraba de lleno en el ataque de pánico y vuelta a empezar…

No fue fácil vivir aquellos días donde la búsqueda de explicaciones era otro detonante más para replicar el ataque de pánico.

Echando la vista atrás, tengo que reconocerme que gracias a mi fuerza de voluntad e implicación en el tratamiento todo esto ya pasó, que cuando escribía estas letras ya estaba mejor y que ahora otros tantos años después no siento la ansiedad patológica paralizante.

El aprendizaje que me ha quedado es que no siempre tenemos todas las herramientas para abordar cada una de las situaciones a las que nos enfrentamos. Yo debía haber pedido ayuda desde el primer momento porque acabé acostumbrándome a sentirme mal, y a vivir esas crisis de ansiedad y/o ataques de pánico como algo más en mi vida. Incluso pensé que serían para siempre y que tenía que resignarme porque mucha gente me decía que ellos o ellas no habían conseguido salir de la ansiedad – «Ufff! Cuanto ego!!, Cuanto!»

Moraleja:
Frase tomada de ‘www.galicias.com’: “Nadie es tan perfecto que no necesite alguna vez un consejo» (Baltasar Gracián)”

Reservas: